El tiempo y su prisa;
siempre corriendo,
desvaneciendo deprisa,
naciendo así el miedo.
El daño y su fuerza;
envenenando con recuerdos,
volviendo locos a cuerdos.
La tristeza y su destreza;
la inspiración más sincera,
la condena y la musa de los poetas.
Mi alma y sus ganas de volar,
las alas oxidadas por tanto
quedarme inmóvil temblando
al sentir el tiempo escapar,
al sentir el daño con fuerza
por quedarme sin tus manos,
al sentir cómo la tristeza
se impregna en mi ser al saber
que no me miraré en tu mirada más,
aquella que me brindaba tanta paz.
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