Tú, que le temes a la fuerza de la lumbre,
que crees enredarte con la incertidumbre,
mientras sueñas con llegar a la cumbre.
Y yo, que puedo ver la verdad en tu sombra,
tus ganas en el miedo que afloras.
Pareciera que le has robado la magia
a la aurora,
porque no hallo truco posible
que explique
cómo transformas en color la melancolía,
dejando atrás la adictiva agonía
de recordar cada detalle
haciendo que la cabeza estalle.
Los fantasmas del ayer obsesionados
con hacer creer que no habrá un tiempo mejor
que el que ya fue.
La dolorida voz reiterando
que el sonido del silencio es más sincero
que un efímero te quiero.