En una dictadura taciturna para algunos.
Taciturna porque se taparon los oídos,
se niegan a escuchar los gritos de los olvidados.
Un paraíso que disfrutan algunos,
esos mismos que construyen su riqueza
con el sudor de sordos y ciegos.
Sordos aquellos
que no escuchan su alma gritar,
suplicando que despierten las ganas de luchar.
Ciegos aquellos
que no ven el desgaste de sus huesos,
conformistas presos de los medios impuestos.
En una dictadura taciturna
con caminos sembrados de margaritas
que florecen marchitadas,
y las rosas se oscurecen con gran presteza
ante la supuesta justicia que yace ausente.
Un paraíso que disfrutan algunos,
los mismos que doblaron la moral,
dejando atrás el sentido de la palabra 'humanidad'.
Andan descalzos en el fuego de la codicia
que les quema y mueren de ansia de poder.