Que se pierdan las promesas. Si las rompo es
porque ellas me rompieron a mi primero
al recordarlas.
No tuvieron compasión, como el tiempo
cuando las agujas del
reloj arañan
y duelen como duele saber la verdad,
despertar a la realidad,
después de estar hipnotizado en una profunda fantasía.
Donde ganas inocencia y pierdes la cordura,
y es peligroso si
perdura.
Qué locura mentirse a uno mismo
sabiendo que es mentira y aun así creernos.
Olvidamos ser protagonistas de nuestros días
por cederle el puesto a alguien,
y ser esclavos de sus sueños olvidando nuestro valor.
Olvidando quienes somos.
Somos extraños. Cuando estamos al borde del precipicio
y nos ponemos la melodía mas triste,
para perdernos en la melancolía y estar más cerca del abismo.
Somos extraños. Como cuando sonreímos por inercia,
mintiendo al reflejo del espejo.
Cuando queremos escapar de la realidad por un momento
pero sabemos que volveremos a ese mismo entorno pronto.
Es tan agonizante, querer desaparecer en un instante
cuando piensas que está todo perdido,
y lo que está
perdido es tu alegría.
Y sin alegría ataca por la espalda la tristeza
y te roba las ganas.
Somos extraños. Cuando nos preocupamos por el mañana
y cada día es el
mañana de un ayer.
Tras ese horizonte qué es lo que habrá.
Tras ese matiz espero
romper todos mis miedos mojándolos de valentía.
Arrancar las dudas de raíz.
Dime qué fuimos o qué seremos. Si lo que fuimos
es el reflejo de
lo que somos hoy y lo que seremos
no lo sabremos hasta
serlo.
Somos un conjunto de
errores aprendidos
que en un pasado cometimos,
los motivos del hoy
y los sueños que deseamos alcanzar
en un futuro próximo.
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