martes, 20 de octubre de 2015

Dueles más al anochecer.

Grabada en mi piel con tinta, grabada en mi sien a fuego.
Viejas cicatrices, mi mente quiebra.
Las agujas del reloj se detienen y apareces tú en mis pensamientos.
Golpeándome la realidad como de costumbre.
Ya no me sorprende ver mis heridas abrirse.
Mi dolor lleva la firma de tu ausencia y mis lágrimas tu nombre.
Ni ruego, ni rezo, ni espero. Estoy empezando a aceptar que no volveré
a abrazarte. Pero solo empezando, porque cuando acabé por aceptarlo,
seré yo quien esté acabada.
Me siento atada y sin remedio.
Apenas lloro, solo escribo, escribo y muero.
En cada línea retrocedo, recuerdo y muero de nuevo.
Recuerdo el verde de tus ojos y es entonces cuando mi alrededor se vuelve gris.
Me coso los rotos pero me canso, miro tu nombre en mí y desvanezco.
Mi anhelo, mis ganas, dónde quedarán esta noche.
Perdí el sentido a todo y la razón me abandonó.
Me escondo tras la coraza que creé pero tu recuerdo golpea muy fuerte.
Si acaba rompiéndomela, solo quedará el vacío que nació tras tu partida,
ese vacío que si me despisto, puede ser visto,
ese vacío que sin más, se niega a morir.
Cada noche mi alma desvanece,
y es que me dueles más al anochecer.

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