lunes, 25 de enero de 2016

Escribiendo.


Echo en falta a mi ángel
que marchó a hacer del cielo un paraíso.
Envolviéndome en una tormenta de recuerdos
que un día fueron bellos momentos,
de esos momentos en que la vida
parecía el  mayor regalo de los dioses.
Esta noche reitero que el mayor regalo
fue ser conocedora de la melodía de tu risa.
Esta noche reitero que el mayor castigo
fue ser testigo de ver cómo 
agachabas la mirada, con sutileza.
Maldita condena esta tristeza que engancha.
Me aferro al desastre como un perro a su amo.
Puede que entonces quizá, tan sólo quizá,
sí esté cruzando la línea de la locura que mata,
pero eso es culpa de la incertidumbre
a la que me conlleva aceptar que no volverás.
Dime si conoces de la existencia
de una verdad pura, si la única verdad
que conozco yo, es cuando me encuentro
después de haberme quebrantado el alma escribiendo.

jueves, 14 de enero de 2016

Ahí me quedé.

Perpleja
en la mirada de la memoria
de aquel recuerdo triste
que hace de mis días un entorno vacío.
Ahí me hallo.

En el seísmo
que me causó tu adiós,
en la incertidumbre
de las incógnitas que
jamás podré resolver.
Ahí me puedes ver.

En el desorden
de mi cabeza acompañada
de esta miedosa alma
que no acepta tu despedida,
que no acepta que una maldita
enfermedad sentenció tu partida.
Ahí me quedé.

Tu recuerdo se quedó en mí,
o yo me quedé anclada
en ese recuerdo, paralizada.

martes, 12 de enero de 2016

Guardar cada palabra en el reverso.

Mi ángel a ti es a quien rezo,
vuelve y enséñame a vivir de nuevo,
que se me está olvidando.
Quiero volar, pero presiento
que caeré en el intento
del primer vuelo.
Cuando se escribe un verso
ya no hay regreso de lo hecho,
como un enamorado cuando queda preso
desde el primer beso,
y supongo que se trata de eso,
de guardar cada palabra en el reverso.

jueves, 7 de enero de 2016

Haciendo compañía al ático.

El placer de matarme, el resurgir de los escombros.
Los recuerdos con experiencia sicaria, la poesía salvando vidas,
muriendo al empezar una frase, resucitando al acabarla.
La realidad ahogando, la fantasía hundiendo aún más
disfrazando mentiras de sueños.

La vida pasando factura, mis bolsillos llenos de aire.
El tiempo corriendo sin pausa, yo con agujetas y flato.
Avecinándose la tormenta, y a mí que no me sorprende.

El orgullo es tan caro que jamás lo utilicé al contrario que los demás.
La tristeza atacando de nuevo, yo preparando el bolígrafo y el folio.
Nunca supe lo que significa el odio, pero siento la derrota y caigo del podio.
La rutina de siempre, actitud cortante, de difícil temple, un vacío constante.
Persecutoria estresante, entre el daño del pasado y el miedo al futuro, ataque de nervios.

Marzo lamentándose, septiembre llorando, noviembre recordando,
y diciembre dice que está a un paso de tirarse por el acantilado.
Mi cabeza rota, mi mente quebrada, el alma ignorándome.
Letras suicidas que matan por no saber olvidar.

Un adiós que no fue pronunciado, el destino sentenciando dolor eterno.
Mi interior en banca rota, y yo sin voz pa’ pedir préstamo.
Haciendo compañía al ático.
Pasando página, quemando las lágrimas, echando la vista al frente.
Observando el mundo, la humanidad y la vida de forma diferente.
Los versos jurándome amor eterno, y yo sin ganas ni fe.