Perpleja
en la mirada de la memoria
de aquel recuerdo triste
que hace de mis días un entorno vacío.
Ahí me hallo.
En el seísmo
que me causó tu adiós,
en la incertidumbre
de las incógnitas que
jamás podré resolver.
Ahí me puedes ver.
En el desorden
de mi cabeza acompañada
de esta miedosa alma
que no acepta tu despedida,
que no acepta que una maldita
enfermedad sentenció tu partida.
Ahí me quedé.
Tu recuerdo se quedó en mí,
o yo me quedé anclada
en ese recuerdo, paralizada.
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