Tus latidos son el tic tac de mi reloj,
dejaron de resistir y se acabó mi tiempo.
Así que ahora observo los segundos morir,
desvaneciendo entre mis dedos momentos.
Tus carcajadas eran mi más bonito despertador,
tu voz se quedó sin habla y mi alma se congeló,
Se quedó sonámbula en esta realidad atroz
y ahora es incapaz de despertar sin tu voz.
Se mantiene albergando un poco de suerte,
¿cómo le explico ahora que tu cuerpo desistió?
Mis manos se quedaron sin tu tacto
y ellas que no conocen más calor que tu calidez,
¿cómo les explico ahora que no habrá más amanecer
que el que irradiaba tu mirada?
la mía se quedó paralizada
viendo el desastre aproximándose a mi ser.
Mis aciertos se quedan sin sentido,
sin sentido desde el último latido,
desde el último pétalo caído,
como el verso no florecido
que deja al poeta malherido.
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