Mundo de locos, locos de una vida,
el miedo intacto que mantiene unos pies
parados
y unas manos temblando.
Alambres en la mente que aprietan,
pensativa está en lo no sucedido
con los sentidos alerta y todo lo que
ello conlleva.
Quiere saltar pero atrapada está el
alma
que no entiende a esos locos
y esos locos dicen estar cuerdos,
pues no ven que la cuerda se descolgó
y ríen sin motivo aparente mientras el
cielo se pinta de gris.
Las personas visten de gris, las
sonrisas lucen de gris,
el miedo es oscuro y el futuro aún
más.
En sus muñecas colgada la llave rota
con la que cerraron su mente.
Sus almas son grises también.
Y a cada golpe de incoherencia se
vuelven más oscuras.
Esos locos no tienen en sus corazones
locura,
tienen ceniza, humo,
su locura es diferente,
su locura es cruel.
Y a cada golpe de incoherencia se
vuelve más oscura.
La cuerda que se descolgó era amor,
ahora que se les gastó albergan
ignorancia,
intolerancia.
Y a cada golpe de incoherencia la
cuerda va quemándose.
Cuerda quemándose, ardiendo,
las llamas adentrándose en la
oscuridad de esos locos,
pues su oscuridad es intolerancia
y la intolerancia no es tolerable.
Y a cada golpe de incoherencia,
resistencia.
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