Promesas suplicando ser cumplidas, que no quieren seguir
acompañando a la melancolía.
Una frase y mil significados.
Mil significados y sólo uno cierto.
Un poema, un verso que se extienda por el pecho,
que lo haga arder entre hermosas poesías y un poeta recitando.
Perderme entre las poesías en una noche blanca y el viento
acariciando cada milésima de tu piel. Erizándote.
Observándote. Rompiéndome. Orando que no te vayas.
Sólo sigue recitando. Estoy buscándome en tu mirada,
embriagándome de tu voz, amando cada defecto que intentas esconder.
En este instante no puedo concentrarme, centrarme.
En este instante no puedo dejar de escucharte, idolatrarte.
En este momento estoy sintiendo que muero en cada descenso.
Estoy sintiendo que resucito en cada verso.
En cada verso que pronuncias, dejas ver tu tormento.
En cada verso que escucho, puedo ver tu lado tierno.
Grabaré cada palabra. Memorizaré cada frase.
Guardaré cada párrafo en el baúl de los recuerdos y perdiciones.
Y si te vas, lo quemaré. Y en el intento, retrocederé.
Tú y yo, como el león y la gacela.
Tú sin mi, yo sin ti. Qué desastre.
Sentirte cerca estando lejos. Qué destreza.
Vivir escuchándote es acercarse al Edén.
La llama que ilumina, lo que complementa al arte.
La soga que aprieta, lo que duele cuando anochece.
Y aunque tus palabras sean como cadenas que duelen,
sigue recitando,
que ser presa de la belleza que desprenden tus versos,
es lo que me mantiene viva.