Acompañada de una luna
solitaria,
escribo para calmar mi
tristeza.
Qué sensación más agonizante.
No tenerte, no sentirte.
Maldita esta condena,
Yo no escogí esta vida que me dejó perpleja.
Por qué escogiste llevártela.
Devuélvemela.
Se cerraron sus verdes ojos,
Se apagó la luz de su vida,
Los días pasan sin escuchar
su voz,
Cómo voy a creer en un Dios
que permitió que su luz se
apagara.
Me quedo callada,
esperando una respuesta desde
el cielo,
pidiendo clemencia.
Día a día, vivo sin su
alegría.
Era perfecto hasta su mayor
defecto.
Recuerdo hasta el más
insignificante momento.
La luna me observa.
Ella también siente pena.
Me dice que mañana será un
nuevo día,
y así me consuela.
Pero no hay nada que consuele.
No existe consuelo.
No existe un mejor ambiente,
si no estás tú para
completarme.
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