jueves, 2 de abril de 2015

Palabras rotas.

Sustituir lágrimas por letras.
Escribir porque es mejor que hablar.
Porque hablar se convirtió en errar.
Y tras cada palabra en voz alta,
puede sonar alguna alarma del alma.

Mientras la escritura libera y nace la quimera
me escondo tras la tiniebla para no ver la realidad.
Pasa el tiempo y el tiempo va con prisas.
Se apresura porque la mente se detuvo en antaño. Las agujas le presionan, los segundos se pierden. 

Reacciona rápido cuando te des cuenta que el tiempo es efímero. 
Guardo cada recuerdo en un cajón. Si están sueltos me golpean en un rincón.
Cada noche un bajón. Subiendo cada escalón, añoro el anterior.

Y ya dejé de mirar atrás pero miro constantemente en mi interior,
como observo detenidamente mi alrededor.
Buscas y no encuentras, apuestas y pierdes.

Embriagarse de versos.
Perderse en miradas, encontrarse en palabras rotas

El silencio me ata y me llevo el significado de mis frases.
A base de consecuencias aprendes.

Sea escribiendo o dibujando, un simple papel puede convertirse en arte
basta fijarse en la delicadeza que trazas con la mina 
mientras la diriges de un extremo a otro.
Lo que le hace grande es la simpleza,
obtener la exacta pieza del puzzle, pura grandeza.

Te tropiezas,te caes, pero no dudes, podrás salir de cualquier pozo
por muy hondo que parezca,
porque el tiempo tiene eso.
Es un gran profesor y nuestro peor enemigo.
Nos roba momentos, es veloz.
Y nos hace entender 
que, a veces, es mejor perder.



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