Ya no tengo sus manos para tapar mis miedos,
ya no tengo más la suerte que desprendía de sus dedos.
Tan sólo versos que nacen de la tristeza,
pues no me queda más certeza que esa.
Es todo lo que me dejó con su adiós, y
ante la respuesta del karma quedo indefensa.
Observé las huellas de sus pasos desapareciendo,
no supe hacer más que correr detrás y acabé cayendo.
Después sólo callé, y desde entonces no sé
qué decir, todo lo que fui lo deje de ser
desde que ya no está y ya nada es.
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