Siento tu recorrido por mis huesos,
noto tus caricias a través de
escalofríos en los que quiebro.
Vuelvo a verte en la oscuridad, allí
donde nadie observa,
he luchado contra esto pero la
nostalgia me besa.
Y yo que eché a correr, pensé que la
perdía de vista,
pero hoy el cielo se ha vestido de
luto.
Mi cabeza ha aprovechado para conversar
con mi alma,
y entre el sonido de las olas y el
viento he escuchado sus murmullos:
decían que soy una hipócrita por amar
la libertad
pero no dejar a mi alma marchar,
no dejarla volar.
Sigue empeñada en salir a buscarte,
sigue con su locura.
Dejo escapar una lágrima que se
desliza sobre los versos
que nacen de tu recuerdo y mueren por
hambruna,
hambruna de conocerte, filtrarse en tus
ojos,
enamorarte y quedarse en tu mirada.
En este cruel silencio roto vuelve Diciembre,
el tiempo me miente, pues el dolor de no verte no cede,
el tiempo me miente, pues el dolor de no verte no cede,
dibujo el contorno de tu rostro y
duele.
El que me late debajo del pecho está
perdiendo fuerza
porque sin tu risa ya no sabe seguir el
ritmo.
Y mis ojos que se obligaron a cerrarse
hasta que volvieras,
hoy los han abierto por inercia y se
han dado cuenta de que ven
el alrededor igual que cuando estaban
cerrados por el silencio de tu ser.
Ya no pongo el alma cuando escribo
porque el alma me da la espalda,
sólo se acuesta al lado de la ventana
imaginando que bajas.
En el latir del mero subsistir desisto
en las madrugadas
mientras contemplo la luna con la
mirada paralizada,
hasta que consigo descansar
cuando la noche marcha.