Deja que te cuente, que te explique
cómo quema el frío que causa tu despedida.
Esa despedida que tus labios jamás dijeron pero tu silencio
afirmó.
Déjame aquí, sentada mirando a la nada por todo lo sucedido.
Déjame llorar, expulsar por los ojos todos los momentos
vividos.
No te pido que me dejes sola, sé que no hace falta.
Me perdí en Roma, a causa de las ruinas que dejaste en mi
interior.
Me encontré en Venecia, por las inundaciones que permitiste
que me ahogasen.
Hoy me vestiré de soledad y como complemento mi sonrisa fingida
de siempre.
Dejaré que el tiempo haga su trabajo,
Como cual arquitecto, derribando monumentos para así
construir nuevos,
destruirá cada momento vivido a tu lado para no recordar,
Para así reconstruir mi paz, esa que se llevó tu adiós
insonoro.
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