Sus ojos esconden una triste verdad.
No se dio cuenta de que las miradas también marcan.
Solo quería reencontrar esa magia que le faltaba.
Él la miró, ella lo miró y en un pestañeo todo comenzó.
Su sonrisa le delataba, no como siempre, sonreía de verdad.
Se acostumbró a su desastre, pese a saber que le destruía
poco a poco.
Cómo puede lucir el mal tan angelical.
Se preguntaba cada vez que se acercaba al infierno.
Un disparo al corazón camuflado de promesas.
Sabía que debía abandonar ese presente y convertirlo en
pasado, superarlo.
Pero cada día volvía al mismo lugar,
necesitaba comprobar si al fin sus halas dejaban de ser
oscuras.
Cada error le pesa, tanto, que se convirtió en historia de
terror.
Sólo veía en él el rostro de un ángel. Y lo era. Un ángel
caído.
A su lado todo era cálido, su infierno le gustaba.
Sólo le quemaba el frío que dejaba su vuelo.
Se enamoró de alguien que estaba roto.
Se perdió intentando arreglarlo.
Le entregó su alma a cambio de que su promesa quedara guardada:
Él; su ángel caído. Ella; el viento de su vuelo.
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