martes, 26 de abril de 2016

Ruido

El error repetido que daña la mente,
el trauma de un niño al ver a papá marchar,
el anhelo de volver a ser un crío,
el llanto desconsolado de quien pierde
un ser querido por una enfermedad terminal.

La sangre vertida por todo un río.
La injusta justicia dictando sentencia.
Mis ganas de marchar y su sonrisa,
los días desvanecen con prisa.

Un corazón con latidos desgatados
y su lumbre apagada por la frialdad
que refleja esta insana humanidad.

El verso descosido entre poemas,
yo sigo sin hallar certeza,
y tu ausencia es mi máximo problema.

Destruida por esta pena eterna
de saber que no me miraré más
en tu mirada, capaz de silenciar
todo ruido que rompe mi paz.

miércoles, 20 de abril de 2016

Silencios escandalosos, gritos insonoros

Entre silencios escandalosos y gritos insonoros,
con las manos impregnadas de miedo,
el alma queriendo volar sin remordimiento.
Mil dudas, ojeras y mis poemas rotos.

El verano temblando por abrazos fríos.
Lloros vertidos dando a luz un río,
tan profundo, mis sueños se ahogan.
Palabras dejando sin respirar cual soga.

Un rayo de sol, una sonrisa,
naciendo la mañana, rozando la brisa.
Una tormenta ausente, hoyuelos apareciendo,
no más lloros, no más tiempos muertos.

Contigo mi ser, conmigo tu amanecer.
Subiendo escalones añorando el ayer.
Conociéndome, dejando de depender,
improvisando con el temor de no saber
qué hacer o querer.

Atroz

Tus carcajadas están retumbando
en mi cabeza,
el eco de tu risa está resonando,
no quiero que desvanezca
aunque duela.

Mis manos piden tu tacto,
mi corazón está desolado,
no sé cómo consolarlo.
Está perdiendo sangre
para escribir con ella su condena.

Mi mente quiere que mi alma se calle,
pues intenta hallar respuesta,
con tanto ruido se desconcentra.
Mi alma grita que vuelvas.

Mi lógica se ha dado de baja,
está harta de que no le preste atención,
yo sólo puedo escuchar tu voz.

Recordar tu involuntario adiós
por las noches es tan atroz...

martes, 12 de abril de 2016

Por ti

El cielo no es merecedor
de tener tan dichosa suerte
que es tenerte eternamente.
Ni las estrellas ni el fuego
podrían igualarse a tu destello.

Tu corazón ausente de latidos,
el mío cansado de latir en vano.
Todo momento hermoso habido
ha perdido valor sin tu calor.

Me inspiro al son del llanto,
con la pureza de la tristeza
y la fuerza del daño.
Pero también me mata,
me nacen ojeras y quedan tatuadas.

Por ti mi sentido se ha perdido,
y con él también yo.
Más que por ti, por tu adiós
que no fue voluntario.

jueves, 7 de abril de 2016

En mi memoria no hay olvido

El aullido afónico del lobo,
el latido cansado del corazón roto,
el delirio de un pobre poeta loco.
Dame un parche y te lo coloco
donde más te duela.

La ansiedad de un esquizofrénico,
un caballero muriendo al ser vencido.
Veneno en ti, yo sin hallar médico.
El beso en el adiós ya se ha perdido
en el intento de demostrar sinceridad.

Las agujas del reloj, los días
marcados en el viejo calendario.
Tus palabras en mi sien ardían.
Tu desastre, qué bonito calvario.

Recítame, recítame, que yo
te prestaré mis oídos.
Búscame, búscame, que es por tu voz
que en mi memoria no hay olvido.

martes, 5 de abril de 2016

Mis versos ahorcados

Reflejado estás en la claridad
con la belleza del amanecer,
con las ganas de un comienzo,
con la fuerza de la rabia que mana.

El sol congelado, la luna sin lobo,
un gato negro y un espejo roto,
mi vida sin la tuya, lazos cortados.

La muerte echándole una partida
a mi alma que se halla dividida
entre las ganas de volar al fin
y el calor de mi voz rogándole
que me permita unos años más.

Si le escribo a mi ángel,
la soga en mi cuello aprieta sin piedad.
Mis temblorosas manos,
mi voz rota y la mirada ahogada
en compañía de mis versos ahorcados.

domingo, 3 de abril de 2016

Entera jamás

El silencio pesa más que las palabras,
pues lleva encima el dolor del que calla.
Tus manos tapando mis ojos,
protegiendo mi vista de tanta crueldad.

Tu voz en mi cabeza silencia los recuerdos.
Mis paranoias volverían loco al más cuerdo.
Esta realidad de vivir sin tu calor es tortura.
Ni la escritura ni el tiempo me brindan la cura.

Tengo asumido que este dolor no cesará,
pero le suplico a la noche que me de un respiro.
Estoy perdiendo vida en cada suspiro,
ni mirar tus fotografías soy capaz ya.

Estoy al borde de la locura que mata.
Estoy aterrada y apenas tengo ganas.
Te echo tanto de menos
que me echo de menos.

El reloj marcando otra hora que pasa,
el calendario marcando otro día que no estás,
que no estoy, que no estaré,
entera jamás.