El cielo no es merecedor
de tener tan dichosa suerte
que es tenerte eternamente.
Ni las estrellas ni el fuego
podrían igualarse a tu destello.
Tu corazón ausente de latidos,
el mío cansado de latir en vano.
Todo momento hermoso habido
ha perdido valor sin tu calor.
Me inspiro al son del llanto,
con la pureza de la tristeza
y la fuerza del daño.
Pero también me mata,
me nacen ojeras y quedan tatuadas.
Por ti mi sentido se ha perdido,
y con él también yo.
Más que por ti, por tu adiós
que no fue voluntario.
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