El silencio pesa más que las palabras,
pues lleva encima el dolor del que calla.
Tus manos tapando mis ojos,
protegiendo mi vista de tanta crueldad.
Tu voz en mi cabeza silencia los recuerdos.
Mis paranoias volverían loco al más cuerdo.
Esta realidad de vivir sin tu calor es tortura.
Ni la escritura ni el tiempo me brindan la cura.
Tengo asumido que este dolor no cesará,
pero le suplico a la noche que me de un respiro.
Estoy perdiendo vida en cada suspiro,
ni mirar tus fotografías soy capaz ya.
Estoy al borde de la locura que mata.
Estoy aterrada y apenas tengo ganas.
Te echo tanto de menos
que me echo de menos.
El reloj marcando otra hora que pasa,
el calendario marcando otro día que no estás,
que no estoy, que no estaré,
entera jamás.
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