lunes, 28 de diciembre de 2015

Lumbre.

He dejado huella en mi alma y ahora mi alma corre tras mi búsqueda.
Deambula por la calles donde las luces no alumbran.
La lumbre de mi coraza ha sido apagada por el agua de tu oasis.
Ya no sonrío, no finjo. Ahora gesto serio, mirada ahogada.

Después de esto solo encontrarás un vacío cortante.
Por mis venas fluye sangre y por mi mente tu recuerdo devastador.
Arropo mis ganas con la cálida brisa que dejaron tus caricias.
Corría sin rumbo pero me he cansado y ahora camino anhelando un tropiezo,
a ver si encuentro la pieza que le falta a mi rompecabezas.
Pero no lo encuentro, y aquí estoy,
respirando sin un motivo aparente.

Escribiendo desde el ático de mi locura el prólogo de la incertidumbre que me ata.
Observo los escombros de mi mundo derrumbado y a estas alturas…
No me sorprende lo malo, la suerte me esquiva,
y el espejo me chiva que si no espabilo
mi caos acabará por reternerme para siempre.

Mi voz no está quebrada ya, tan solo está cansada,
y el silencio es la mejor opción ante la indiferencia.
Es algo triste, pero nunca miente, la vida es una bella injusticia.
Atrapada en una burbuja donde solo existe el color gris,
acostumbrada a ver más de lo que quisiera tras el tapiz.
Ya no siento pena por aquel adiós, ni ansío olvidar aquella historia perdida.

Perdida en lo más alto de tu locura,
reniego de la cura y la cordura ni se asoma por aquí…
El llanto insonoro desemboca en la boca del volcán  del tacto de tu despedida.
Sé que no volverás porque nunca estuviste.
¿Viste? Me despisté y te hiciste con el embrujo de la belleza del verso,
y la certeza que meza la cuna de mis sentidos se balancea
y a punto de derramarse la última gota de sensatez,
caigo en el hechizo de la luz de tu mirada que me embelesa
y me arrebata la razón.

Mi corazón aliviado,
y mi lógica que me odia ya ni se molesta en aconsejarme.
Y qué más da ya,
vivir esperándote es morir sin prisa.



lunes, 21 de diciembre de 2015

Tatuados con tristeza.

En cada espacio de mí, trozos de un ayer.
Si cierro los ojos y me concentro, puedo recordar
cada lágrima deseosa de salir de tus ojos,
pero tú no le permitías su visibilidad para no hacernos más trizas,
aunque ya estábamos echos ruinas.

Pinto el cielo azul pero salen las nubes grises de nuevo y me canso.
Inútil atrasar lo inevitable.
Inútil decir verdades a medias.
Inútil fue rezar, imaginar un quizás, un quizás se salve.
Quizás estás ahí.
Quizás jamás estuviste más después de aquella noche
cuando tus latidos dejaron de resistir.
Quizás me engaño, quizás escribo en vano.
Quizás no me recuperaré de esto, y es que es difícil hacerlo
si los ecos de los llantos insonoros que desprendí
me resuenan una y otra vez, golpeándome la cabeza,
y la melodía de tu risa torturándome.

El dolor mana de mí con fuerza,
la rabia se volvió impotencia ante una realidad exenta de lógica.
Rota mi mente, rota mi alma, muertas mis ganas.
Ojeras reflejando el insomnio con sabor a tu nombre.
Escribiendo como si me leyeras, encerrada en mi cabeza, versos tatuados con tristeza.
Inspiración me brinda lo sombrío y no es que siempre esté mal, pero solo escribo cuando lo estoy, por eso todas mis letras reflejan la misma caída.
Parece mentira, una maldita pesadilla el recordar tu mirada.

Letras oscuras como la sangre de quien escribe el destino.
Y no creo, no creo que lo mejor está por venir, si mi sentido murió 
al escuchar que aquel fue tu último latido.
El corazón herido y frustrada mi mente sin hallar respuesta coherente
que explique esta situación.
El interior me arde y recuerdo que tú no estás,
que tú no estarás, que no vendrás,
que no tocarás mi timbre, que si mi móvil suena
no será por tu llamada.
Y es cuando ese fuego se convierte en cenizas que envenena cada parte de mí.

No dudaría, cambiaría mi gris por el verde de tus ojos.

Quisiera escribirte lo más bonito y triste que fuera capaz de escribir para que sintieras desde donde estés lo mucho que te extraño, pero no sé hacerlo y solo consigo escribir las mismas frases depresivas.
Y reitero todo lo escrito, soy la mitad de lo que era cuando estabas.


jueves, 19 de noviembre de 2015

Gris.

Ni blanco ni negro, me representa el gris.
Estoy de madrugada escribiendo en honor a la noche
que me regala el insomnio.
Nunca me gustaron las peleas, pero tengo una guerra interna.
Camino bajo un túnel oscuro y mi linterna se quedó sin pilas.
Estoy enamorada de lo sombrío, de lo que inspira.
Me entristecen tantas cosas que estoy empezando a pensar que soy yo la triste.
Tengo un quiste en el alma, un descosido en la cicatriz y el desorden en la cabeza.

Hace ya mucho que dejé de rezar y siempre soy presa de la incerteza,
de la voz que me aconseja y solo consigo resultados que restan.
Soy mi propio gato negro, mi espejo roto y siempre dejo abierto mi paraguas
en espacios cerrados por si no encuentro salida y comienza a llover en mí.

Soy un libro cerrado pero dejo versos sueltos a la vista por si alguien sigue la pista.
No me representa todo lo que escribo, más bien soy lo que tacho,
interpreta como quieras pero no confundas mis letras.
Veo belleza en lo roto, me aferro al desastre y 
solo encuentro inspiración en lo que no tiene remedio,
pero busco la calma por el bien de mi alma.

Brindo sin copas, me confieso con un folio y un bolígrafo.
Dicen que las palabras se las lleva el viento,
yo digo que son tatuajes en la sien.
Así que cuida lo que dices, yo cuido lo que escribo.

No tengo respuestas, tengo mil dudas y unas ojeras que me acompañan.
No me hace falta arma o droga para matarme, 
solo preciso del recuerdo y un cuaderno donde plasmarlo.
Quise perderme para encontrarme y aún no sé dónde me hallo,
la última vez que me vi fue en la profundidad de mis recuerdos 
que quedaron inmortalizados.

Soy mi gato negro, rompo mi espejo, soy lo que tacho.
Tengo siempre un paraguas abierto por si llueve en mí.
Estoy en la cornisa escribiendo la nota más sincera,
después le prenderé fuego o la dejaré caer al vacío,
y tal vez salte, o quizá me salve.


viernes, 23 de octubre de 2015

En la cuerda floja de mi desastre.

Me persigue la sombra de tu ausencia, 
me arroja a un pozo donde solo existe oscuridad, 
me deja envuelta en una depresión disfrazada.
Este daño me pesa, me somete, me inmoviliza.
El recuerdo me invade, me pisa.
Te echo tanto de menos, que ya ni me reconozco.
Te echo tanto de menos que me echo de menos.

Ya no tengo soporte, voy dando tumbos sin rumbo.
Escribo cada vez que la noche me alcanza y la tristeza me amarra.
Tristeza es recordar días de antaño y compararlo con este momento.
Tristeza es recordarte con la certeza de que no estás.
Quiero sentirte cerca, dejar de verte solo en fotos
 y cuando cierro los ojos.

Lucho contra mí misma cada día para dejar de hundirme.
Lo plasmo para sacarlo fuera,
desahogarme y así no ahogarme en llanto.
Pero hacerlo es reconocer que no estás, y eso me hunde más.
Lucho contra mí misma cada noche y no sé si voy ganando o perdiendo.
Desde que tú no eres, yo no soy, y ya no sé quien soy.

Te echo tanto de menos que mi alma me echa de menos.
Te echo tanto de menos que ya no sé si se ha convertido en mi estado natural. Ya me es indiferente.
Aparentando estabilidad con risas y carcajadas.
Por dentro otra versión; una explosión de caos, seísmos,
incertidumbre, una mente en quiebra.

Sonrisas de pega, envueltas en amapolas desprendiendo veneno.
Restos de mi caos esparcidos por mi alma creando cataclismos,
provocando llantos insonoros.
Un dolor tintado, patentado por tu voz.
Malgastando líneas recordando en lo más profundo de lo sombrío.
Callarme caminando hacia la paz que me brinda desprenderme de tanto desorden, 
el desorden que me causa el pensar en la incertidumbre a la que me empuja tu ausencia.
Recuerdo la melodía de tu risa y me tortura.
En la cuerda floja de mi desastre, y para colmo, perdiendo el equilibrio.




martes, 20 de octubre de 2015

Dueles más al anochecer.

Grabada en mi piel con tinta, grabada en mi sien a fuego.
Viejas cicatrices, mi mente quiebra.
Las agujas del reloj se detienen y apareces tú en mis pensamientos.
Golpeándome la realidad como de costumbre.
Ya no me sorprende ver mis heridas abrirse.
Mi dolor lleva la firma de tu ausencia y mis lágrimas tu nombre.
Ni ruego, ni rezo, ni espero. Estoy empezando a aceptar que no volveré
a abrazarte. Pero solo empezando, porque cuando acabé por aceptarlo,
seré yo quien esté acabada.
Me siento atada y sin remedio.
Apenas lloro, solo escribo, escribo y muero.
En cada línea retrocedo, recuerdo y muero de nuevo.
Recuerdo el verde de tus ojos y es entonces cuando mi alrededor se vuelve gris.
Me coso los rotos pero me canso, miro tu nombre en mí y desvanezco.
Mi anhelo, mis ganas, dónde quedarán esta noche.
Perdí el sentido a todo y la razón me abandonó.
Me escondo tras la coraza que creé pero tu recuerdo golpea muy fuerte.
Si acaba rompiéndomela, solo quedará el vacío que nació tras tu partida,
ese vacío que si me despisto, puede ser visto,
ese vacío que sin más, se niega a morir.
Cada noche mi alma desvanece,
y es que me dueles más al anochecer.

miércoles, 14 de octubre de 2015

Resonando en mi cabeza.

El eco de tu nombre resonando en mi cabeza.
Mi sombra tiembla al observar que la tuya se acerca.
Otra noche en vela en busca de respuestas,
respuestas que tapaste con tu inconsciencia,
y ahora no hay luz que alumbre mis incógnitas.

Harta de aparentar que tu voz ya no me persigue
cuando vivo en una persecución continua,
donde cada carretera me lleva a muro sin escapatoria.
Cansada de pelear con la incertidumbre y no encontrar la razón.
Agotada de aguantar cada gota que brota desde el cielo
esperando una reacción por tu parte que nunca llega.

Estoy muerta de frío desde que me acostumbré
al fuego que resplandece en tus ojos,
y su calor ya no me sirve de inspiración.
Acostumbrada a tu desastre, de hacer de tu vida mi caos.
Cansada de los alambres que me atan a una realidad gris.
Harta de que mi mente sea pesadilla, mis sueños fantasías,
los días rutinarios y las noches infierno.

Busco alguna salida y a punto de toparme por casualidad con la certeza,
me nubla de nuevo la ceniza de tus promesas.
Dudo de este entorno que aparentaba ser un Edén,
pero se siente cual huracán que agita y me recuerda lo perdido.
Dudo de mi salud mental cada vez que me acerco al infierno
por voluntad propia.
Dudo de mi racionalidad cuando digo que me quiero
pero vuelvo a tu carretera sin salida.

Brindo por mi desastre, por el laberinto que me creé.
Brindo por mis ganas, por volver a ser y no depender.
Y ahora una oración, para que lo que no tenga salida
sea mi sensatez.
Brindo por tu inmadurez y por mi estupidez.
Brindo por el infierno en el que me adentré.
Y por último una oración, por encontrarme de una maldita vez.




martes, 6 de octubre de 2015

Joder, ni yo soy.

Reflejada en tu pupila, 
me encontré con la despedida que nunca quise pronunciar.
Las palabras que nunca fueron dichas,
son aquellas que más dolieron en mi interior.
Golpeándome bruscamente la obligación de decir adiós.
Nunca fue fácil aceptar que esa sería la última vez que me vería
en tu mirada,
pero mucho más difícil fue presenciar como la agachabas.
Fue la forma más cruel de hacerme entender
que ya nada iba a ser.
Simplemente ya no iba a ser.
He retratado las huellas de tus pasos al marcharte.
He escrito y tachado mil veces los versos que te he dedicado, por si al tacharlos, también se borraba el dolor que me causaba escribirlos...
Porque desde que no estás ya nada es.
Joder, ni yo soy.
Mi voz quebrada, mis manos temblando y mis lágrimas nublándome la vista.
Nublado mi mundo, rota por dentro y muriéndome un poco más en cada escrito.
Los recuerdos me pesan, tanto, que mi alma desea liberarse.
Quiere volar, irse contigo.
Quiero retroceder, cambiar el destino.
Un adiós prematuro, una despedida como puñalada.
El tiempo no cura, no mientan, el tiempo me duele cada vez más.
Cada día estoy más lejos del ayer, de ese ayer en que todo estaba bien.
Estoy matándome en cada escrito, reitero.




martes, 8 de septiembre de 2015

Entre letras



Vivir entre versos,
enamorarse de poesías de algún triste poeta.
No hay forma más bella que morir suspirando por aquellas palabras
que se extienden por tu interior al leerlas.
Y no hay forma más hermosa de resucitar que entre los escritos de
algún joven soñador.

Morir de amor no estoy segura de si es posible,
morir de pena está comprobado.
Morir no es sólo dejar de respirar, también es sentirse roto por dentro.
Y si es así, más de una vez hemos muerto en esta vida.
La muerte definitiva no da miedo, es fácil.
Sucede y ya. No puedes cambiarlo. Simple.

La vida sí da miedo.
Oh, la vida,
eso sí que aterra.
Nunca sabes qué es lo que va a suceder.
Y eres responsable de tus actos, así que hay que pensar bien lo que hacer.
Y nunca sabemos con exactitud si es lo correcto o si eso es lo que queremos realmente.
No es nada fácil...

Personas aparecen y desaparecen en nuestra vida.
Entregamos un poco de nosotros, y cuando entregamos todo nuestro ser
a una sola persona,
estamos perdidos,
date por perdido,
nunca regresamos a ser nosotros totalmente.

Por eso mejor piérdete entre versos,
piérdete en poemas y no en promesas,
piérdete entre letras y no en fechas.
Pero no te pierdas por alguien que se marchó,
piérdete para encontrarte a ti.


viernes, 7 de agosto de 2015

En cada uno de tus silencios.

Y te cansas.
En ese punto donde ya ni sientes.
Cuando sabes que has entregado cada gota de ti.
Incluso las que no valían la pena perder.

Y te cansas ahí. Cuando ya no hay más.
Cuando sabes que tu esfuerzo no ha sido suficiente.
Y los recuerdos no me ayudan a volver a sentir ese impulso de volver a intentarlo.
Cada parte de mi que deseaba que todo volviese a ser como en antaño,
ha ido muriendo lentamente en cada uno de tus silencios.

Tu indiferencia ganó todas las partidas, y yo, ingenua, volviendo a pulsar reset.
Y el orgullo terminará por ganar la guerra.
Y si el mio cede, castigaré ese momento de debilidad.
No volveré a convencerme, dejarme engañar por los recuerdos.
Si esa idea vaga de perderte asustaba, has de saber que ese temor desapareció.

Aposté a una carta, y el tiempo me dirá si he ganado o perdido.
Te ausentaste del juego, y el tiempo te dirá si valió la pena.
Quería sacarte de tu infierno y me has cerrado la puerta.
Contigo me bastaba,y ahora restas.
Quería construir más momentos ricos en cariño y perdí la fe.
Contigo no hacia falta nadie más, y ahora sólo me quedo yo.

Y ahora, permíteme confesar,
sin ser del todo cierto,
mientras observo la herida en el alma;
cómo quema que ya no me queme tu ausencia.

sábado, 18 de julio de 2015

Aferrados al ayer.

El día se va apagando hasta convertirse en noche
y en esa profunda oscuridad, las estrellas alumbran acechando,
esperando la presencia de alguien.
Esa presencia inmóvil desvanece con tanta rapidez
que apenas la luna es capaz de observarle.

Esa presencia ha vivido tantas experiencias que su dueño
no recuerda, porque hay tantos recuerdos de por medio y
el tamaño del baúl de su memoria no es lo suficientemente grande
como para guardarlos todos.

Ese dueño es tan parecido a otros...
Aferrados a esa presencia tormentosa,
quebrándoles pensamientos dolorosos que marcaron su existencia,
esos mismos hechos que marcaron un antes y un después en él.
Lo que separa el presente del pasado.
Lo que separa la realidad de la nostalgia.

Suplicando volver a ese lugar que le hizo caer
para cambiar sus actos o quizá tan sólo revivir un recuerdo,
que una vez, fue insuperable de mejorar, pero que hoy
le amarga porque ya está muy lejos de su hoy.
Y esa presencia, proclamándose libre, no escucha sus llantos.
Y en el intento de liberarse de quien un día fue su creador,
éste se amarra a ella con cadenas sin darse cuenta que
está creando su propia condena.

Su espejo devolviéndole un reflejo de su aspecto como respuesta,
pero se ha hecho tantas preguntas que no sabe a cuál de ellas está respondiendo.
Y quizá tan sólo es una advertencia, un intento de grito.
El tiempo está corriendo y él sigue amarrado, sin darse cuenta que está perdiendo
el regalo que le ofrece la vida, su presente,  por algo que ya está perdido, su pasado.
Se niega a seguir y el tiempo se niega a deternerse...




miércoles, 10 de junio de 2015

Diecinueve estrellas.

Dejo una pausa para recordar todos los momentos de antaño.
Dejo un suspiro por todos los malos tragos.
Dejo una sonrisa por todo lo bueno que has causado en mí.

Me basta tu hombro para sentirme segura.
Que sí, que yo sé que no necesito más fortuna
que tu amistad, y más si después de tantos inviernos
yo sé que nuestras miradas perduran hacia la misma dirección.

Somos iguales, o quizás no tanto.
Que nadie es imprescindible, que podemos seguir
sin nuestra mutua compañía.
Sin embargo no quiero probarlo, me siento mejor a tu lado.
Que podemos correr o caminar, como tú prefieras.
Lo que necesites yo intentaré brindártelo.
Eres una sonrisa encerrada, una mirada esperanzada atada,
un alma aterrada en este lugar.
Que yo no quiero ir hasta el fin del mundo,
yo quiero permanecer en tu mundo gris y ayudarte a salir.
Yo quiero recordarte que seré tus pies cuando te canses,
que buscaremos juntos el rumbo,
que si te pierdes, yo me perderé y nos encontraremos.

Me sentaré a tu lado en este precipicio,
y pensaremos en las cientos de razones
por las cuales abandonar y saltar.
Pero gritaré las mil por las que levantar y luchar,
seré la mano que no te soltará.
Encontraré la luz que ilumine el sendero oscuro que has creado.
Y si no doy con ella, me la inventaré.
Y me inventaré mil colores más,
y te pintaré una sonrisa, una sonrisa sincera.

Hoy te digo con certeza que si te hundes,
me soltaré de la cuerda para bajar hasta donde estés,
y construiremos una escalera.
Y en cada peldaño susurraré: ‘Ya queda menos’.
Y en cada paso en el que avancemos te diré: ‘Prohibido volver atrás’

Que no te dejaré caer más,
que ese abismo jamás te verá introducirte en él.
Voy a ser tu soporte, te presto mis ganas.
Que no dejaré que las garras de la depresión te agarren.
Si hace falta secuestraré a diecinueve estrellas
y con ellas señalaré el camino
que muestren con su luz
la salida de esta triste melancolía.

Voy a crear una guerra,
donde te lanzaré bombas de carcajadas,
una invasión de versos camuflados de esperanza,
misiles de palabras sinceras,
dispararé mil balas llenas de pétalos de colores,
enviaré a la mejor unidad de soldados llamada Valentía.
No firmaré paz, le ganaré esta guerra a tu dolor.
Voy a eliminar cualquier indicio de pesimismo.

Si tú no crees en ti, yo creeré en ti por los dos.

domingo, 7 de junio de 2015

Carta a la vida.

Hoy vuelvo a escribirte sobre ella. 
Una noche más preguntándome si se esconde tras esa estrella.
Entrégale este escrito y cuéntale los miles de besos que tengo guardados
por si algún día volvemos a vernos.
Dile que la siento como si nunca se hubiera ido.
Que pienso en lo sucedido y me ahogo.
Que la rabia se expande por el pecho,
cuando pienso en el hecho de que ya no está.
Dime que siente el azul del cielo al saber que el verde de sus ojos lo humilló.
Dime que sienten las estrellas al ver que el brillo de sus ojos pusieron en ridículo sus destellos.
Dime que piensan las estrellas fugaces cada vez que pasan y escuchan la misma petición ‘Que vuelva’.
Mi anhelo no puede medirse porque como dije una vez,
un trozo de mi corazón se rompió y al romperse quedaron cenizas.
Esas cenizas volaron con ella, como volaron mis ganas en ese instante,
como mi fuerza cuando escribo sobre ella, como mi sentido de la vida
cuando pienso en lo sucedido.
Me falta mil versos para expresar cuanto la echo de menos.
Hazle saber que estas lágrimas llevan su nombre.
Hazle saber que la Tierra es un infierno desde que vivo sin su presencia.
Un infierno frío, frío a falta de su cálida sonrisa.
Necesito que sepa que no existe tiempo que cure, que esta herida no cicatriza ni con miles de relojes de arena.
Qué siento fuego y hielo dentro de mi.
Que el recuerdo es el fuego que me quema,
y que el hielo es la condena de esta realidad ,que me congela y rompe el sueño de despertar y poder decir que nunca se fue, que sólo era una pesadilla.
El alma se me congela como se congeló el tiempo en ese mismo instante en su último pestañeo. Y cómo decirle que recordar su última mirada me da paz y a la vez me rompe en llanto.
Tú sólo entrégale esta carta y dile que me hace falta.
Que la Tierra era el mismo cielo con ella dentro.
Que estoy rogándote, vida, que aceptes mi trato: mis horas a cambio de unos segundos abrazándola.
Sólo hazle saber a mi ángel que es parte de mi, que la llevo en la piel, en la mente, en el interior, en el corazón y en cada suspiro de desespero.
Vida, fuiste injusta y te la llevaste, pero al menos hazle llegar todas estas emociones.

Que sigue estando viva dentro de mi.



viernes, 5 de junio de 2015

Dime qué fuimos o qué seremos.

Que se pierdan las promesas. Si las rompo es
porque ellas me rompieron a mi primero
al recordarlas.
No tuvieron compasión, como el tiempo
cuando las agujas del reloj arañan
y duelen como duele saber la verdad,
despertar a la realidad,
después de estar hipnotizado en una profunda fantasía.
Donde ganas inocencia y pierdes la cordura,
y es peligroso si perdura.
Qué locura mentirse a uno mismo
sabiendo que es mentira y aun así creernos.
Olvidamos ser protagonistas de nuestros días
por cederle el puesto a alguien,
y ser esclavos de sus sueños olvidando nuestro valor.
Olvidando quienes somos.
Somos extraños. Cuando estamos al borde del precipicio
y nos ponemos la melodía mas triste,
para perdernos en la melancolía y estar más cerca del abismo.
Somos extraños. Como cuando sonreímos por inercia
mintiendo al reflejo del espejo.
Cuando queremos escapar de la realidad por un momento
pero sabemos que volveremos a ese mismo entorno pronto.
Es tan agonizante, querer desaparecer en un instante
cuando piensas que está todo perdido,
y lo que está perdido es tu alegría.
Y sin alegría ataca por la espalda la tristeza
y te roba las ganas.
Somos extraños. Cuando nos preocupamos por el mañana
y cada día es el mañana de un ayer.
Tras ese horizonte qué es lo que habrá.
Tras ese matiz espero romper todos mis miedos mojándolos de valentía.
Arrancar las dudas de raíz.
Dime qué fuimos o qué seremos. Si lo que fuimos
es el reflejo de lo que somos hoy y lo que seremos
no lo sabremos hasta serlo.
Somos un conjunto de errores aprendidos
que en un pasado cometimos,
los motivos del hoy
y los sueños que deseamos alcanzar
en un futuro próximo.


viernes, 24 de abril de 2015

Sigue recitando.

Gritos silenciosos, palabras rotas buscando ser reparadas.
Promesas suplicando ser cumplidas, que no quieren seguir
acompañando a la melancolía. 

Una frase y mil significados.

Mil significados y sólo uno cierto.
Un poema, un verso que se extienda por el pecho,
que lo haga arder entre hermosas poesías y un poeta recitando.

Perderme entre las poesías en una noche blanca y el viento

acariciando cada milésima de tu piel. Erizándote.
Observándote. Rompiéndome. Orando que no te vayas.
Sólo sigue recitando. Estoy buscándome en tu mirada,
embriagándome de tu voz, amando cada defecto que intentas esconder.

En este instante no puedo concentrarme, centrarme.

En este instante no puedo dejar de escucharte, idolatrarte.
En este momento estoy sintiendo que muero en cada descenso.
Estoy sintiendo que resucito en cada verso.

En cada verso que pronuncias, dejas ver tu tormento.

En cada verso que escucho, puedo ver tu lado tierno.

Grabaré cada palabra. Memorizaré cada frase.

Guardaré cada párrafo en el baúl de los recuerdos y perdiciones.
Y si te vas, lo quemaré. Y en el intento, retrocederé. 
Me arrepentiré.

Tú y yo, como el león y la gacela.

Tú sin mi, yo sin ti. Qué desastre.
Sentirte cerca estando lejos. Qué destreza.

Vivir escuchándote es acercarse al Edén.

La llama que ilumina, lo que complementa al arte.
La soga que aprieta, lo que duele cuando anochece.
Y aunque tus palabras sean como cadenas que duelen,
sigue recitando,
que ser presa de la belleza que desprenden tus versos,
es lo que me mantiene viva.



martes, 14 de abril de 2015

Pregunta a cualquier poeta

Durante un tiempo, mi demonio fue la voz de mi corazón.
Aún no sé si por ingenuo o malevo, me tuvo al borde del precipicio.
La asfixia que provocaba la soga en forma de pétalos.
Pétalos que caían sobre la coraza que rompió en un pestañeo,
perdiendo así la cordura navegando en su mirada.
Su rostro perpetrado en mi mente torturándome,
quitándome las ganas, robándome los sueños,
tirándolos al vacío y para vacío mi interior.

Cristales que reflejaban las lágrimas que
resbalaban en el margen de sus mejillas.
Eran gotas duras como piedras rompiendo todos mis argumentos,
dejándome sin razón aunque teniéndola.
Cortándome como cristales rotos,
su recuerdo adentrándose en mí sin poder escaparme.

La lógica, al igual que la realidad, quedó donde quedaron
las promesas de aquel caballero de ese cuento inventado,
donde las perdices se pudrieron,
donde la dama ganó la corona pero perdió la cordura,
donde los finales felices no perduran,
donde nadie mira y el alma se desvanece.
Porque nunca es un adiós. Porque un adiós es para siempre y nada es eterno.
Porque siempre habrá algo de esa despedida que se quedará
en alguna parte de ti y dejar de mirar la herida no hará que desaparezca.

No hace falta que me entiendas, yo sigo sin conocerme.
Retrocedo y vuelvo a ese momento en que me perdí,
te perdí y después me encontré.
Me encontré reflejada en tus mentiras convirtiéndose en mi equivocación.

Arte el tuyo de no aprender. Arte el mío de retroceder
cada noche aunque sin tiempo para el anhelo.
Cerrando los ojos, veo y releo tus palabras grabadas en el reverso de la verdad.
No me esperes, me espera mi luna gris tras ese matiz que se desprende.

Arrancaré de raíz todos tus daños clavados en mi mente.
Sintiendo momentos de antaño muy presentes.
Si el futuro es incierto, no hay nada más cierto que los aciertos del pasado y
los errores.
Cada suspiro que cortaba la respiración y es que no hay mayor inspiración
que cuando eres preso de la tristeza, es cierto, pregunta a cualquier poeta.


miércoles, 8 de abril de 2015

Náufraga voluntaria.

Navego por el mar de tu indiferencia.
Me hundo en los océanos de tu ausencia.
Soy náufraga voluntaria.

Abandoné mi barco por seguir tu flota y perdí mi norte.
Aun sabiendo que te irías,
me tiré de cabeza sin salvavidas.

Fuiste algo efímero, me cortaste y te fuiste
pero antes, echaste en la herida las sales.

Escribiste un te quiero en la arena que 
borraron las olas con el tiempo
y todo forma parte del tiempo.
Apareciste y en poco tiempo te convertiste en mi todo,
después de un tiempo te fuiste y me quedé vacía,
sin razón, 
sin nada en mí.
Ha pasado mucho tiempo y te recuerdo,
aunque a penas te pienso,
sé que es cuestión de tiempo que te entierre 
en el olvido.

Hoy soy Venecia y no es en el buen sentido.



jueves, 2 de abril de 2015

Palabras rotas.

Sustituir lágrimas por letras.
Escribir porque es mejor que hablar.
Porque hablar se convirtió en errar.
Y tras cada palabra en voz alta,
puede sonar alguna alarma del alma.

Mientras la escritura libera y nace la quimera
me escondo tras la tiniebla para no ver la realidad.
Pasa el tiempo y el tiempo va con prisas.
Se apresura porque la mente se detuvo en antaño. Las agujas le presionan, los segundos se pierden. 

Reacciona rápido cuando te des cuenta que el tiempo es efímero. 
Guardo cada recuerdo en un cajón. Si están sueltos me golpean en un rincón.
Cada noche un bajón. Subiendo cada escalón, añoro el anterior.

Y ya dejé de mirar atrás pero miro constantemente en mi interior,
como observo detenidamente mi alrededor.
Buscas y no encuentras, apuestas y pierdes.

Embriagarse de versos.
Perderse en miradas, encontrarse en palabras rotas

El silencio me ata y me llevo el significado de mis frases.
A base de consecuencias aprendes.

Sea escribiendo o dibujando, un simple papel puede convertirse en arte
basta fijarse en la delicadeza que trazas con la mina 
mientras la diriges de un extremo a otro.
Lo que le hace grande es la simpleza,
obtener la exacta pieza del puzzle, pura grandeza.

Te tropiezas,te caes, pero no dudes, podrás salir de cualquier pozo
por muy hondo que parezca,
porque el tiempo tiene eso.
Es un gran profesor y nuestro peor enemigo.
Nos roba momentos, es veloz.
Y nos hace entender 
que, a veces, es mejor perder.



miércoles, 1 de abril de 2015

Acompañada de Luna.


Acompañada de una luna solitaria,
escribo para calmar mi tristeza.
Qué sensación más agonizante.
No tenerte, no sentirte.
Maldita esta condena,
Yo no escogí esta vida que me dejó perpleja.
Por qué escogiste llevártela.
Devuélvemela.
Se cerraron sus verdes ojos,
Se apagó la luz de su vida,
Los días pasan sin escuchar su voz,
Cómo voy a creer en un Dios
que permitió que su luz se apagara.
Me quedo callada,
esperando una respuesta desde el cielo,
pidiendo clemencia.
Día a día, vivo sin su alegría.
Era perfecto hasta su mayor defecto.
Recuerdo hasta el más insignificante momento.
La luna me observa.
Ella también siente pena.
Me dice que mañana será un nuevo día,
y así me consuela.
Pero no hay nada que consuele.
No existe consuelo.
No existe un mejor ambiente,

si no estás tú para completarme.

martes, 24 de marzo de 2015

Dos años.

Mucho que decirte, mucho que explicarte, mucho que contarte y no puedo.
Quiero decirte tantas cosas y ni siquiera sé cómo comenzar.
Grito TE ECHO DE MENOS en silencio, porque qué más da decirlo en voz alta si no vas a poder escucharme.

Sin dudarlo ni un segundo entregaría parte de mi vida por tan sólo volver a mirar tus
ojos verdes, poder abrazarte y sentirte a mi lado. Esto no es vida sin ti.
Lloro escribiendo esto y llorar no va arreglar nada, y tampoco me desahoga, no sirve para nada pero no puedo evitarlo, como tampoco pude evitar tu trágico destino, tu injusto final.

Mi corazón jamás estará entero. Una parte de él se rompió justo en el momento que el tuyo dio su último latido. Esa parte que se rompió se hizo cenizas. Esas cenizas volaron para irse contigo.

Qué ironía que pese tanto un corazón vacío, vacío cada vez que recuerda que no estás.
Y ahora ando con un corazón roto, un alma en pena y una sonrisa fingida.

Aunque el cielo sea azul contigo, mi mundo es gris sin ti y seguirá siendo así por muchas capas de tiempo que le de. Porque el tiempo no calmará, angustia cada día más.

Y sigo sin poder creerme esto. Es una maldita pesadilla de la cual no podré despertar hasta cerrar los ojos para siempre y volvernos a ver allí arriba.

Tú; mi ángel, mi diosa, el único ser al que rezo para ver si tengo suerte, me escuches pidiéndote que vengas y me saques de esta realidad. Volar un rato contigo.

Si pudiera pedir un deseo pediría que estuvieras aquí y dejar de verte sólo en fotografías. No tenerte duele tanto como te quiero y no hay cantidad para expresar cuanto te quiero. Simplemente no existe una cifra, te quiero con la misma fuerza con la que te echo de menos, y joder como te echo de menos.


Dos años desde que te fuiste. Dos sin ti. Dos años incompleta.


jueves, 19 de marzo de 2015

Cuando te atrapa las garras de la depresión.


Piérdete si es necesario, luego, encuéntrate.

Todos tenemos esos días en que la melancolía es quien nos guía.
Esos momentos en que la tristeza es nuestra dueña y el pasado las cuerdas que nos atan.
La nostalgia nos golpea y nuestro escudo es mirar a otro lado, intentar no recordar.

Pero no puedes escapar de tus pensamientos más profundos, no puedes detener esa sensación de anhelo y es cuando te rompes.
Te rompes una y otra vez.


Nuestro alrededor no tiene sentido, sólo deseas acostarte en la cama, cerrar los ojos y dejar que el tiempo pase. Sientes que no tienes a nadie. Que a nadie le importas y que quien creías que estaría en tus baches, no está. Y es cuando sientes como si te estrujaran el corazón a presión y es una maldita prisión a la que llaman depresión. 

Pasan los días y todo sigue igual.
Piensas que cualquier tiempo pasado fue mejor. 
Te das cuenta que la inocencia va de la mano de la felicidad. Crees que no volverás a sentirte feliz, que nadie va a salvarte del abismo en el que estás cayendo. Buscas pero no encuentras la mano de alguien que te ayude, que te quiera. Es ahí donde te sientes solo. Das tanto y no recibes nada que llegas a cansarte y no existe quien aparte esta sensación de desolación. Al menos eso he sentido yo alguna vez. Mas que alguna vez, unas cuantas. Mas que unas cuantas, demasiadas.

Por fortuna, un rayo de sol alumbra tu oscuridad. Una mañana comprendes que debes dejar de lamentar, tienes que afrontar. Está en nuestras manos, cambiar de mentalidad, sustituir rompernos con nuestros recuerdos por romper la rutina de desarmarnos.

Llega un día en que te das cuenta, que son  muchos los motivos por los que debes levantar, sonreír aunque sea vagamente, hay que hacerlo siempre. Llega un día en que comienzas a apreciar el día, la vida.

La realidad es tuya. 
No sueñes con la vida que te gustaría vivir, hazla posible.
Crea tu camino con pequeños pasos firmes. Al fin y al cabo, siempre habrá alguna persona que esté dispuesta a sanarte, esté cerca o lejos. A veces esa persona eres tú mismo.
Arranca las malas raíces y florece. Si es necesario, destrúyete al completo y renace. Construye un muro donde no pueda traspasar la tristeza, al menos constrúyelo hoy. 
Sólo di ‘ Hoy no voy a caer, hoy no voy a dejar que me domine este desastre, hoy no. Hoy voy a sonreír, voy a ser más fuerte que el ayer’
Pero no sólo lo pienses, hazlo

miércoles, 18 de marzo de 2015

Tu recuerdo se esfuma como el humo.


Te fuiste.
Y contigo se fueron los días grises.
No te hizo falta ni decir adiós.
No consentiré que vuelvas y me pises.

Sin ti lo difícil es menos, te quiero lejos cada vez más.
Que ya no te echo de menos, me echo de menos a mí.
A ti te echo de más, de tanto hacerlo de menos.

Que casi no te pienso y mucho menos te espero.
Sólo escribo para recordarme, que sin ti soy mejor.
Me siento bien ahora.

Me fallaba a mí, por no fallarte a ti,
que gran estupidez, y es que eso tiene el querer,
sin condición,
sin medida,
sin pensar,
sólo dejarse llevar.

Y para qué dar tanto,
si quien más da, es quien menos recibe.
Y para qué pensar en el pasado,
si no tiene nada nuevo que contarte.
Y que más da ya,
tu recuerdo se esfuma como el humo.

Abrí los ojos.
Perdí mi paciencia,
No te odiaré, ya tienes bastante con tu conciencia, si es que tienes.
Recordarte será mi penitencia pero eso no dura eternamente.
Contigo tengo todas las de perder  y no creo en la suerte.
Fuera piedra, papel o tijera tú ganabas siempre.
Guarda tu ego, ahora soy más fuerte.
No vuelvas, ahora soy yo quien no te quiere.

Avanzo, aunque hace poco, seguía mirando atrás
y aunque no hace tanto, ahora veo con claridad.
Rezaba para que volvieras.
Volver a esa tormenta en la que vivía contigo.
El amor nos hace masoquistas.
Ahora rezo para que seas feliz.

Sé feliz, tanto, que no quieras volver.

martes, 17 de marzo de 2015

Lo que el silencio afirma.



Deja que te cuente, que te explique
cómo quema el frío que causa tu despedida.
Esa despedida que tus labios jamás dijeron pero tu silencio afirmó.

Déjame aquí, sentada mirando a la nada por todo lo sucedido.
Déjame llorar, expulsar por los ojos todos los momentos vividos.
No te pido que me dejes sola, sé que no hace falta.

Me perdí en Roma, a causa de las ruinas que dejaste en mi interior.
Me encontré en Venecia, por las inundaciones que permitiste que me ahogasen.

Hoy me vestiré de soledad y como complemento mi sonrisa fingida de siempre.

Dejaré que el tiempo haga su trabajo,
Como cual arquitecto, derribando monumentos para así construir nuevos,
destruirá cada momento vivido a tu lado para no recordar,

Para así reconstruir mi paz, esa que se llevó tu adiós insonoro

miércoles, 11 de marzo de 2015

Gracias.

Comprende que me cansé, he llegado a ese punto en que
tu ausencia no me duele, ni me duele recordarte.
Me enseñaste querer, a echar de menos.
Me enseñaste a odiar, a mentir .

No intentes volver, no vuelvas, prefiero olvidarte y recuperar mi paz,
que tenerte y vivir en tempestad.
Siempre te fuiste, nunca quisiste quedarte.
Tú vives de juegos y tormentas.
Yo deseo avanzar, deseo la calma.

Mantuve demasiado tiempo la venda en los ojos que yo misma me coloqué.
Ahora son demasiadas las ansias de seguir mi camino
y no permito la caída sin la voluntad de levantarme.

Hoy tengo la fuerza, las ganas de quemar tu recuerdo.
Con tu adiós me quito el miedo, las dudas.
Muchas ganas de vivir y pocas de buscarte.

Es un arte el aguantarte y yo nací con el don de la paciencia.
Demasiado aguanté.
Echándote de menos, queriéndote de más, más de lo que merecías.
No tengo ganas de odiarte, ni eso mereces.

Y por último, gracias.
Por enseñarme que las promesas no son eternas.
Por mostrarme que las personas hablamos de más, asegurando de más,
cosas así como que siempre estaremos, sin condición.
Que todos tenemos nuestra parte en la vida y la presencia de alguien
con el tiempo se convierte en ausencia.
Gracias, pero sobre todo gracias por marcharte y provocarme tantas emociones,
 entre ellas la tristeza, la desesperación.

Todo eso se convirtió en inspiración.



martes, 10 de marzo de 2015

Su ángel caído.

Sus ojos esconden una triste verdad.
No se dio cuenta de que las miradas también marcan.
Solo quería reencontrar esa magia que le faltaba.
Él la miró, ella lo miró y en un pestañeo todo comenzó.

Su sonrisa le delataba, no como siempre, sonreía de verdad.
Se acostumbró a su desastre, pese a saber que le destruía poco a poco.
Cómo puede lucir el mal tan angelical.
Se preguntaba cada vez que se acercaba al infierno.

Un disparo al corazón camuflado de promesas.
Sabía que debía abandonar ese presente y convertirlo en pasado, superarlo.
Pero cada día volvía al mismo lugar,
necesitaba comprobar si al fin sus halas dejaban de ser oscuras.

Cada error le pesa, tanto, que se convirtió en historia de terror.
Sólo veía en él el rostro de un ángel. Y lo era. Un ángel caído.
A su lado todo era cálido, su infierno le gustaba.
Sólo le quemaba el frío que dejaba su vuelo.

Se enamoró de alguien que estaba roto.
Se perdió intentando arreglarlo.
Le entregó su alma a cambio de que su promesa quedara guardada:

Él; su ángel caído. Ella; el viento de su vuelo.




lunes, 9 de marzo de 2015

Que se pierdan en el horizonte.






Decirte que no abandones, no digas que no se puede.
Todo se consigue, si realmente es lo que se quiere.
Que tus dudas vuelen como pájaros.
Que se vayan lejos. Muy lejos.
Que se pierdan en el horizonte, para que así el miedo no pueda atraparte.

Haz locuras manteniendo tu norte.
Sé tu propio paracaídas.
Vuela. Vuelta alto. Tan alto que la melancolía no te alcance.
Sólo mira hacia adelante.

Si el pasado te hace daño,
recuerda que sin él no estarías dónde estás.
Si no te gusta el punto en el que estás,
avanza.

Todo sigue y todo pasa,
que siga tu entusiasmo y que pase lo que tenga que pasar.

Cree en ti mismo,
no caigas en el abismo.
Se trata de avanzar,

superar.


Buena suerte.

Y qué será de ti, y qué será de mi sin ti.
Sigo preguntándome cuando me da por recordarte.

Por mucho que sepamos que no es bueno acostumbrarse,
solemos aferrarnos a algo, normalmente a alguien.
Ese alguien suele irse aunque nos engañamos pensando que no.
Ese ‘no’ se convierte en un ‘te extraño’ con el tiempo.

Estamos tan cerca y tan lejos,
tan cerca de olvidarnos y tan lejos de volver a vernos.
Arrastro esta pena detrás de una sonrisa fingida cada día.

No, no te creas que estoy tan mal,
pero a veces a mi mente le da por recordarte y a mi corazón por extrañarte.
Supongo que porque siempre eras tú mi opción, mi única opción.
Supongo que yo pensaba que yo también lo era, y así era.

Pero las agujas del reloj no se detienen, el tiempo sigue avanzando,
Aunque mis horas ya no se basen en reír contigo.
La vida sigue para todos, como para ti y para mi, a pesar de sin ti.

A veces me pregunto que qué hago escribiendo esto en vez de buscarte,
buscarte y decirte a ti todo esto que mi interior grita pero mis labios silencian.
Después recuerdo que a ti no te importa, que no hay excusa que valga.

No te creo y no me creo esta situación,
¿Nos distanciamos o quisiste distanciarte?
Cómo puedes dejar de lado a alguien que siempre estuvo a tu lado
¿Pierdo yo o pierdes tú?
Esa incógnita la responderá el tiempo, de momento...


Buena suerte.



domingo, 8 de marzo de 2015

El aullido del lobo solitario.

Donde una mirada es honesta, donde una sonrisa es sincera.
Guarda silencio y aprende a observar lo que esconde la verdad,
lo que no dicen las palabras.
Un aullido por cada pérdida, por cada cicatriz. 

No existe el final feliz, existe el correspondido, el merecido.
Cada noche vuelve a evadirse la mente recordando lo que no se quiere recordar.
El tiempo es veloz pero sigue buscando el aullido perfecto
que enamore a su venerada diosa,
que dure lo suficiente para explicar que todo se pierde.
Que todo lo perdió y se perdió,
y cuando se pierde no hay consuelo.
Siente que camina sobre un suelo hecho de hielo.
Apunto de romperse mira a la luna en busca de claridad en ese oscuro cielo.
Oscuro como su alma que se intoxicó de dudas y confusiones.
Y ahora no sabe hacia dónde ir porque
todos los caminos le parecen erróneos.
Es aquel lobo solitario que se alejó de su manada porque
notaba que algo le faltaba y camina en busca
de un poco de inspiración, esa inspiración que le brinda la luna.
Por eso la desea, su llanto no cesa porque no puede acercarse más a ella.
Expresa en aullidos lo que siente, sabe que contemplarla es su fortuna.
Y él la sigue, la observa y la venera, le asombra su luz,
necesita su luz, necesita iluminar su sendero oscuro.
Con la calidez que siente su coraza fría en el corazón se derrite.
Enamorado de la paz que le transmite.
Enamorado de la luna.
Su diosa,
quien brilla en la oscuridad, quien su alma ilumina,
su diosa.